Taoísmo

El Taoísmo se creó hace unos 2500 años en China. Fue fundado por Lao-Tsé, a quien Confucio describía como el dragón que cabalgaba los vientos y las nubes. Su texto principal es el Tao te Ching (Libro de la razón y la virtud), uno de los libros más breves de todas las religiones con sólo 5000 palabras. También son una referencia importante las escrituras sagradas de Chuang-Tsu. El Tao, o "camino" nunca ha sido descrito con palabras, de esta forma, se deja a aquel que "busca" encontrarlo por sí mismo en su interior. Lao-Tsé escribió "el camino que se puede describir no es el camino eterno". Los temas del Taoísmo como religión se fundaron en el siglo II a.C. pero no se convirtieron en un movimiento religioso organizado hasta el siglo II d.C. El Taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora. Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir, que obligatoriamente debe haber un bien y un mal, a pesar de que ambas fuerzas sean opuestas y sean muy conflictivas entre éstas, y así se puede lograr un equilibrio en el ser humano y en el resto del mundo. Éstas fuerzas son el Yin (fuerza pasiva, bien, luminosidad), el Yang (fuerza activa, mal, oscuridad) y el Tao (fuerza superior que contiene a las dos primeras). La igualdad entre el Yin y el Yang entraña la igualdad de sus manifestaciones consideradas en abstracto. Por ello, el taoísta no considera superior la vida sobre la muerte, no otorga supremacía a la construcción sobre la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento, ni a lo positivo sobre lo negativo, ni a la afirmación sobre la negación. Es por eso que también el taoísta no tiene amigos, porque si fuera así, éste tendría que incluir a sus enemigos en su vida. Esto quiere decir que debe haber un equilibrio en todas las cosas, ya sean buenas o malas, cosas opuestas. No obstante, mientras se intenta mantener en equilibrio las fuerzas yin-yang, no se debe tratar de obligarlas a cambiar su estado natural. Se cree que esto sería contraproducente, una creencia que fomenta la pasividad. En 1986, un anciano monje lo explicó de la siguiente manera: "El Taoísmo enseña que hay que estar callado y no hacer nada. El hacerlo todo estriba en no hacer nada". Por eso, la fuerza del Taoísmo ha sido asemejada al agua*, el cual, a pesar de su suavidad, beneficia a todas las criaturas.

*Nota del profesor Fernando Manuel Aponte Lombardi: "...aunque ello denota que no se conoce lo corrosiva que es el agua".

Género literario: Minuta.

Escrito por: Daniela Carolina Rodríguez Mendoza.

Lugar y Fecha: Caracas, 15 de febrero de 2011.

Agradecimientos a: Prof. Fernando Manuel Aponte Lombardi.